Claro..imaginaros como me quedé yo, que llevaba todo el día luchando porque el niño realizara sus trabajos correctamente, concentrándose en lo que hacía y en que su comportamiento fuera progresando. Es totalmente contraproducente que aunque el maestro se "escuerne", los padres no sigan los aprendizajes en la misma línea. Primero porque el niño no se va a ubicar y va a hacer siempre lo que le resulte más fácil, en este caso hacer caso a la mamá que es la que le regala cositas. Y segundo y para mí más importante, vamos a retrasar los aprendizajes y estamos perdiendo el tiempo!! ¿De qué sirve que el profesor de todo de sí mismo por conseguir cambiar ese comportamiento, si los padres no están dispuestos a hacerlo?
Puedo entender que en ocasiones sea por falta de tiempo o porque resulte más fácil dar al niño aquello que lleva horas demandando pero ¿no es mejor emplear ese esfuerzo y paciencia para que en unos meses ese niño consiga lo que queramos? El problema que está ocasionando con esta concesión de caprichos tan continuada, es que nuestros alumnos no sepan valorar las cosas, ni lo que cuestan, ni el valor que tienen en sí mismas.
¿Porqué no seguimos el ejemplo de la imagen y unimos nuestras fuerzas para un objetivo común?
Así conseguiríamos grandes cambios entre nuestros pequeños aprendices.
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